OPINIÓN

76 DÍAS PARA EL CIERRE DE LISTAS

La UCR se dobla, entre el debilitado Macri y el imprevisible Lavagna

Luego de las pobres performances electorales 2007 (con Roberto Lavagna) y 2011 (con Ricardo Alfonsín), la UCR decidió cambiar la estrategia e aceptar coaliciones donde no tendría el liderazgo. Esto ocurrió en 2015 con Cambiemos. En 2019 hay un intenso debate acerca de la decisión posible, en medio de una fenomenal crisis económico-social en la que la Administración Cambiemos tiene mucho que ver. La novedad consiste en que, tal como nunca antes ocurrió, también aparece un horizonte de fragmentación institucional de la UCR. El resultado será definitivo acerca de su futuro. Como ejemplo tiene el panperonismo, que ensaya piruetas buscando una reunificación casi imposible pese a que le garantizaría volver al poder. En tanto, se define la supervivencia de 2 proyectos políticos personalistas: el de Mauricio Macri y su PRO, y el de Cristina Fernández de Kirchner y su Unidad Ciudadana. La campaña se presenta con una cargada agenda judicial, poco dinero por causa del expediente Cuadernos, y escándalos garantizados por las secuelas de Marcelo D'Alessio y su amigo Rolo Barreiro.

"He terminado mi carrera, he concluído mi misión…Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí! Que se rompa pero que no se doble. (...)".
Leandro Nicéforo Alem,
Testamento político, 01/07/1896.


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Faltan 6 días para un aniversario radical trascendente. El 13/04/1890, en un masivo acto en el Frontón Buenos Aires, los opositores adultos y la juventud se unificaron en un nuevo partido llamado Unión Cívica del cual Leandro N. Alem fue nombrado presidente y que contaba también con el liderazgo de Bartolomé Mitre.

También se decidió organizar un levantamiento armado para derrocar al gobierno de Miguel Juárez Celman y llamar a elecciones libres.

Y faltan 76 días para que finalice el plazo de presentación de las listas de candidatos para Presidente y vicepresidente de la Nación, diputados y senadores nacionales, sin contar las correspondientes listas en la Ciudad de Buenos Aires (jefe y vicejefe de Gobierno y legisladores porteños) y en la poderosa Provincia de Buenos Aires (gobernador y vicegobernador, diputados y senadores provinciales, intendentes, concejales y consejeros escolares). Hay demasiado poder en juego, sobran egos e intereses y escasean los espacios por ocupar, por eso las internas dentro de las fuerzas con chances electorales crecen en temperatura, intensidad y aspereza.

En cierto sentido, el kirchnerismo tiene por andar el camino más sencillo. Cristina Fernández de Kirchner es la “Gran Electora” y terminará por decidir quién irá en dónde. Sin duda, habrá heridos y enojados, rupturas y portazos; quizás algunos traten de “colarse” en las listas de “Alternativa Federal”; pero lo que queda claro que el grado de presión y lobby que pueden hacer los interesados en alcanzar lugares “elegibles” en las listas, quedan sometidos al antojo y voluntad de la ex Mandataria… Y sin derecho a apelación.

Sanz

Por el lado del Gobierno, la semana que concluyó el sábado 06/04 hemos visto el más intenso intento de la Unión Cívica Radical por imponer condiciones para la negociación de las listas. Desde finales de 2018 quedó en claro que los radicales no querían ser socios minoritarios del macrismo y, aprovechando la debilidad de Mauricio Macri y del PRO, lanzaron todo tipo de amenazas: desde romper “Cambiemos” hasta competir en una PASO contra el Presidente de la Nación, pasando por el apoyo a Roberto Lavagna.

En 2015, los radicales dejaron que el macrismo impusiera condiciones. Por un lado, Ernesto Sanz los había convencido que era mejor ganar poco y ayudar a sacar a CFK y al kirchnerismo del poder, que ganar mucho y quedar atrapados en una oposición anodina. Jamás creyeron que Mauricio Macri iba ser Presidente de la Nación y, menos, que María Eugenia Vidal fuera elegida Gobernadora bonaerense; por eso, nunca pidieron la vicepresidencia de la Nación y colocaron a un incoloro, inodoro e insípido como Daniel Salvador como vicegobernador bonaerense. Aún hoy, más de uno lamenta haber sido tan “inocentes”, para ser buenos, en la negociación.

En 2017, el radicalismo quiso más, pero el alejamiento de Ernesto Sanz de la “mesa chica” de negociación, la falta de candidatos fuertes (muchos, incluso, inflados por encuestas falsas), más la falta de fondos para encarar una campaña propia, hizo que el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, impusiera las condiciones, armara gran parte de las listas (justamente, usando encuestas como ordenador). El resultado fue que la Unión Cívica Radical creció en los poderes legislativos municipales, provinciales y en el nacional; pero mucho menos que lo obtenido por el macrismo.

Además, tanto en el armado de 2015 como en 2017, aquellos radicales que estuvieron contra la creación de “Cambiemos” y querían una alianza con Sergio Massa y Margarita Stolbizer, fueron dejados de lado y, lentamente, fueron pasando a la oposición, lo que implicó perder acceso a “cajas”, cargos y espacios de poder. El rencor comenzó a crecer, pero poco se podía hacer contra un Presidente de la Nación que, luego de las Legislativas de 2017, parecía que tenía el camino allanado para la reelección.

Pero la situación cambió. La imagen positiva e intención de voto de Mauricio Macri comenzaron a caer, la reelección “automática” dejó de ser tal, CFK empezó a crecer levemente en las encuestas y apareció Roberto Lavagna, quien comenzó a canalizar la frustración económica de aquellos que confiaron en “Cambiemos” en 2015 y 2017.

En vez de hacer un giro en el “relato”, en el estilo, en la gestión, en el marketing político, en el plan económico; el Gobierno no sólo mantuvo la visión voluntarista de la realidad, sino que siguió minimizando la crisis. Lo que fue un invento del “Círculo Rojo”, comenzó a crecer, a tomar otra dimensión. 

El peronismo no kirchnerista creyó encontrar un candidato competitivo contra Mauricio Macri y CFK. Lo mismo ocurrió en el radicalismo antimacrista y en el “progresismo”. Y todos comenzaron a tiras de las mangas de Roberto Lavagna para tenerlo como candidato.

Lavagna

Pero si bien peronistas no kirchneristas y “progresistas” consideraron que con Roberto Lavagna podían entrar en el balotaje y ganarle a Mauricio Macri o a CFK, todos trataron de usar al economista. “Alternativa Federal” quiere someterlo a una PASO, en la creencia que pueden romper el techo electoral que enfrentan. Pero ni Sergio Massa ni Juan Manuel Urtubey quieren regalar más de 7 años de proyecto presidencialista y Roberto Lavagna no quiere someterse a una compulsa. Por eso, no habrá PASO con el ex dueño de Ecolatina.

A su vez, el socialismo encontró una figura “potable” para que encabece su lista y le asegure retener el control de Santa Fe, el GEN de Margarita Stolbizer, que desaparecerá del Congreso en diciembre 2019, vio una chance de supervivencia legislativa. 

Por fin, el radicalismo antimacrista, encabezado por “Ricardito” Alfonsín y Federico Storani hallaron un canal adecuado para romper “Cambiemos”, en la creencia que con eso evitarán la reelección de Mauricio Macri y le “cobraran” los últimos 3 años de haber sido raleados de toda decisión, espacio de poder, “caja” y cargos electivos. Casi, una “venganza” perfecta.

Pero el viernes 05/04, Roberto Lavagna comenzó a despejar las dudas sobre sus intenciones. Él reiteró que no quiere participar de las PASO, lo que implica que quiere ser declarado candidato presidencial “por aclamación” o por “acuerdo de cúpulas”, tal como diría el trotskismo; y que no quiere ser cabeza de un proyecto partidario, léase peronista. Inclusive, describió su potencial paso por la Casa Rosada como “gobierno de transición”.

De esta forma, de un plumazo, Roberto Lavagna pasó de ser la mejor opción de “Alternativa Federal” a un rival potencial.

Por eso, Sergio Massa lanzó su candidatura presidencial diciendo que irá “donde lo determinen las urnas” y, horas más tarde, se encontró con sus concejales bonaerenses y los “popes” del kirchnerismo de la 1ra. Sección Electoral; algo que todos leyeron como una aproximación a una potencial candidatura a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, con el apoyo de los “Barones del Conurbano” que no desean que la 3ra. Sección Electoral coloquen el candidato, sea Verónica Magario o Martín Insaurralde.

Novecento

Pero, mientras “Alternativa Federal” desarrollaba su interna, los radicales antimacristas lograron imponer la idea una potencial salida de la Unión Cívica Radical de “Cambiemos” e, incluso, sostuvieron que no se iba a realizar la Convención Nacional partidaria para evitar una votación que los promacristas podrían perder. 

En paralelo, desde el nosiglismo se comenzó a pedir la vicepresidencia de la Nación, lo que implica el control del Senado, una de las cajas políticas más importantes de la Argentina.

Al final, todo se encaminó en la recepción al rey Felipe VI de España. Allí se cruzaron Mauricio Macri y Ernesto Sanz. Hace muchos meses que no se veían. También estaba Jesús Rodríguez. Horas más tarde, ocurrió la invitación a desayunar en la Quinta de Olivos, con el Presidente de la Nación y Marcos Peña. Se habló de economía y comenzó una negociación mayor.

Horas más tarde, Ernesto Sanz llamó a Gerardo Morales y Alfredo Cornejo, justo antes de que el mendocino se reuniera con Enrique Nosiglia.

De inmediato, los gobernadores de Jujuy y Mendoza viajaron a la Ciudad de Buenos Aires. Los recibió el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Les contó la visión económica del Gobierno. Hubo duros cruces. Los radicales no se dejaron convencer. Quedó sobre la mesa la idea de presentar propuestas económicas para enfrentar la crisis. Curiosamente, desde las cercanías de Elisa Carrió también se reclamó lo mismo.

Al final, la líder de la Coalición Cívica presentó un proyecto de ley que atrasa 70 años. Pide control de precios y vigilar a los empresarios. Casi, casi como la vieja y nefasta “Ley de Abastecimiento”, pero levemente modernizada y “suavizada” para los tiempos actuales y no empeorar la tensa relación con el “Círculo Rojo”. Ahora, el texto duerme en el Congreso.

Por su parte, el jueves 04/04 a la noche, en “Novecento”, el restaurante que ahora está frente a la Facultad de Derecho, estuvieron presentes María Eugenia Vidal, Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta, Rogelio Frigerio, Gerardo Morales y Alfredo Cornejo. Se acordaron dos cosas: 

** dejar de hablar de candidaturas hasta más adelante y 
** se habilitó a la UCR a presentar propuestas para superar la crisis económica. 

A cambio, los radicales presentes se comprometieron a no romper “Cambiemos”, lo que no pueden asegurar, dado que el “poroteo”, hoy, no es claro, si es que se lleva a cabo la Convención Nacional de la UCR, algo que debería hacerse hacia fines de Junio, cerca del cierre de las listas.

Reflexión 1: ¡Qué débil debe estar el Gobierno de Mauricio Macri para tener que aceptar que los radicales acerquen ideas para paliar la crisis! 

Reflexión 2: ¡Justo los radicales que “estrellaron” dos Gobiernos con sus desmanejos económicos que llevaron, primero, a una hiperinflación y, luego, al derrumbe de la Convertibilidad y el default! 

No parecen los mejores consejeros.

Pero no es nada casual que el Gobierno de Mauricio Macri se haya acercado a las demandas de los radicales y de Elisa Carrió. 

El fin de semana anterior, Jaime Durán Barba le entregó al Jefe de Gabinete las últimas encuestas. Los resultados, no eran los esperados. Tanto es así que se habló de una pelea entre el Presidente de la Nación y el asesor ecuatoriano. La negó Marcos Peña, en una de las cinco notas que dio en menos de una semana. 

Por lo general, en política, lo que se niega, termina por ser ciertos. Eso, sin duda, confirma que los números fueron malos.

Las últimas encuestas fueron luego presentadas en un desayuno que se hizo en la Quinta de Olivos. Estuvieron presentes el Jefe de Gabinete, la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, el jefe de Gobierno porteño; y el ministro del Interior, Vivienda y Obras Públicas. 

La consecuencia de esa presentación fue salir a “ordenar la tropa”, es decir, evitar la ruptura del radicalismo (si ve van dirigentes, no son los que tienen los votos o los que manejan distritos, son los que perdieron elecciones entre 2001 y 2013) y se lanzaron a contener a Elisa Carrió. Así, el Gobierno ya no se apoya en el núcleo duro de votantes para la reelección; a estas alturas, está tratando de retener la estructura política que aseguró el triunfo electoral de 2015. Esto, hace seis meses, era impensable.

Un dato que no es menor: Al final, “Cambiemos” adoptó un “modelo” de acuerdo y negociación similar al peronismo, es decir, la “mesa chica” la componen liderazgos territoriales (los gobernadores de Jujuy, Mendoza y Provincia de Buenos Aires, y el jefe de Gobierno porteño) y altos funcionarios políticos o líderes legislativos; el mismo “ordenamiento” que muestra “Alternativa Federal” o los “Barones del Conurbano”, que toman decisiones por afuera y por encima de las instituciones partidarias.

Así, las candidaturas y armado de listas se va a realizar a través de canales no oficiales ni en “Cambiemos”, ni en “Alternativa Federal”, ni en “Unidad Ciudadana”. Y luego, en el mejor de los casos, las instituciones de las respectivas alianzas electorales confirmarán decisiones que fueron tomadas muchos antes, en mesas muy poco numerosas. De allí la necesidad de “calentar” las internas: La pelea por estar en las listas, es la pelea por estar en las pequeñas mesas de negociación.

En octubre se eligen Presidente y vicepresidente de la Nación, 24 senadores nacionales, 130 diputados nacionales, gobernador y vicegobernador bonaerense, 135 intendentes, 23 senadores provinciales, 46 diputados provinciales, algunos miles de concejales, jefe y vicejefe de Gobierno porteño, 3 senadores nacionales y 30 legisladores porteños. En total, unos 430 cargos. Pero el Gran Premio es la Casa Rosada. Si hay recambio, asumen unos 11.000 funcionarios diferentes. Son 11.000 que pueden quedar desempleados u 22.000 que se queden afuera. 

Pero lo más importantes: Se juega la supervivencia de “Cambiemos”, la supervivencia del kirchnerismo y los proyectos personalistas de dos docenas de políticos. Por eso, en estos 76 días que faltan para cerrar las listas, lo que veremos será mucha “pirotecnia” verbal”, muchos rumores, muchas amenazas y muchos juramentos de fidelidad que se romperán poco después. El “juego político” entra en su momento más intenso. Nosotros, somos simples espectadores, y quizás, en el peor de los casos, en futuras víctimas.

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