FÚTBOL

BELGRANO AL DESCENSO

Olave, buen arquero, pésimo manager

Sorprenden algunos superficiales periodistas deportivos haciéndole 'tachín tachín' al ex arquero Juan Carlos Alejandro Olave, enojado porque el Club Atlético Belgrano de Córdoba le aceptó velozmente la renuncia como director deportivo. Los resultados están a la vista. Una persona puede ser excelente deportista pero eso no lo habilita en forma obligada para realizar otras tareas, en especial aquellas que requieren capacidad de planificación, de organización y también humildad. El problema de Olave no es que le aceptaran la renuncia sino que lo hayan designado.

Hay una idea polémica de los dirigentes del fútbol profesional argentino: cuando se aproxima una campaña deportiva difícil, designan en responsabilidades relevantes a exjugadores emblemáticos del club, apostando a que si todo sale mal, probablemente el incendio no será colectivo.

El enfoque tiene 2 problemas iniciales:

> se está pensando en un eventual fracaso antes que en un éxito, y
> ¿quién dijo que un buen exdeportista será un buen director deportivo?

En el caso de Juan Carlos Alejandro Olave, ¿cuál era su preparación para la tarea encomendada?

Ahí aparece otras de las tonterías del fútbol argentino: es una actividad profesional que a menudo decide en forma poco profesional. Se diría que se toman decisiones con consecuencias millonarias con un amateurismo inconcebible. Luego, resulta que los resultados no son los esperados y comienzan los reproches.

Que Olave no funcionaba correctamente como director deportivo se sabía hace mucho tiempo en Belgrano de Córdoba. Es cierto que, por lo menos, se decidió no designarlo entrenador, tal como él intentó en varios momentos, pero se le permitieron errores/omisiones groseras en su función, en los que deberían reflexionar los periodistas deportivos que corren a escuchar su lamento porque él creía que no le iban a aceptar su renuncia.

Es correcto el comentario de Federico Jelic en el Diario Alfil, de la capital provincial:

"(...) Una vez que Olave decide colgar los guantes y retirarse como profesional, desde la dirigencia que acababa de despedir a su amigo como DT (Esteban González) le ofreció el cargo de manager deportivo, algo que sonó más a un acuerdo político para captar votos que otra cosa, a modo de paraguas por toda su representación ante la gente. El predio social camino a Saldán fue el otro aporte a la campaña proselitista que terminó proclamando a Jorge Franceschi como presidente, elegido a dedo por el propio Armando Pérez como su sucesor. (...)".

Pero de ninguna manera puede aceptarse le frase siguiente de Jelic:

"(...) El tema es que Olave nunca contó con autonomía ni potestad para elegir refuerzos. Era algo así como un asesor, hombre de consulta junto a la secretaría técnica, esa misma a la que hoy todos le piden la renuncia. Es decir, hoy está pagando los platos rotos cuando en realidad no es el responsable principal del armado del plantel. (...)".

En 1er. lugar, una frase del propio Olave, que lamenta su condescencia, quizás para permanecer a cualquier precio: "(...) Yo la billetera de Belgrano no la manejo. Yo no arreglaba contrato ni me hacía cargo de empleados. Debería haberme impuesto más sobre algún tipo de decisiones y no lo hice. Y yo no sé si soy el dueño de la verdad, pero acompañé un montón de decisiones porque creí en las que se tomaban, acertadas y equivocadas como tuvimos todos. (...)".

En 2do. lugar, si Olave no pesaba en las decisiones, tendría que haberse retirado antes, por dignidad.

En 3er. lugar, es evidente que en su caída, Olave quiere arrastrar a todo el mundo, probablemente por aquel refrán que dice "Mal de muchos, consuelo de tontos".

La frase de Jelic choca con la propia confesión de Olave al diario La Voz del Interior y a Radio Sucesos:

“Parte de la dirigencia y parte de la estructura se escudan en mí… Quizá no tuve la capacidad y la facultad para cambiar determinadas cosas. (...) A veces se juzga la parte deportiva solamente por el resultado, pero hay un montón de otras cosas, de trabajo que se ha hecho y ha dado resultados. Sabíamos que era el peor año y que íbamos estar complicados con el descenso y no lo supimos resolver. No pasa solamente por decisiones deportivas, pasa también por la apuesta que tendríamos que haber hecho en junio. Lo hicimos en diciembre y muy bien, porque este equipo estaba a la altura. (...)".

Olave inclusive fue más allá en su autoreivindicación, que es una refutación de lo afirmado por Jelic:

"(...) Fue un equipo que nos representó, que volvió a lo que es la esencia de Belgrano, que en algún momento se quiso cambiar. Belgrano juega de determinada manera, que es lo que le gusta a su gente. Esto se quiso cambiar y fracasó sistemáticamente. A veces con las elecciones de los entrenadores también. Porque ellos representaban su idea pero no la idea de Belgrano. Este semestre el equipo se fue aplaudido aún habiendo descendido, representó lo que el hincha quiere (...)".

Y algo más:

(...) “Tuvimos cosas que sucedieron, seguramente con Matías (Suárez) hubiéramos ganado algunos de los partidos que empatamos. (N. de la R.: Suárez se fue a River Plate sobre el final de la SuperLiga). Matías nos garantizaba algunos goles. Hay cosas que sucedieron. El análisis es mucho más profundo. Lo tiene que hacer uno personalmente. A donde se equivocó, a dónde dejó cosas libradas al azar y sirve de aprendizaje. (...)”.

Pero, al final, Olave prefiere que otros hagan autocrítica:

"(...) El presidente (N. de la R.: Jorge Franceschi) tendrá que hacer un análisis mucho más profundo de la situación y de su forma de conducir. Yo fui leal y acompañé a Belgrano hasta el final. Y pago las consecuencias porque tengo parte de la responsabilidad y estoy dolido conmigo mismo porque no pude cambiar algunas cosas que debería haber cambiado. (...)".

Pareciera que en vez de profundizar en la autocrítica que él mismo propone, Olave está obsesionado con subirse al proceso electoral 2020 en Belgrano, y por eso afirma:

"(...) Acá lo más importante tiene que ser Belgrano. Esto viene de hace muchísimo tiempo. Al no cambiarlo es parte de lo que ha sucedido. De una vez por todas hay que ponerse los pantalones y cambiar, ir a lo profundo. (...) Hoy estamos en un punto de arranque de nuevo y ojalá que esas cosas se puedan cambiar”.

En  definitiva, Olave no está sumando, sólo salpicando.

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