IVÁN WIELIKOSIELEK

Poema ante una tumba oscura

"Poema ante una tumba oscura" es un enigmático texto que sacude el esqueleto. Sus líneas evocan el misterio que nos deja la partida de un ser amado; la pregunta que nace sobre quién era esa persona que se fue. Está escrito por el cordobés Iván Wielikosielek. Aquí, el poema y una entrevista al autor.

"Poema ante una tumba oscura", de Iván Wielikosielek

Ahora que pienso en vos ya no como mujer sino como espíritu
que pasó por este mundo como pasa el viento
Ahora que venís a mí desde viejas fotos y me saludás
en el silencio lejano de un mar en blanco y negro
Ahora que existís sólo en mi imaginación
y sos un aura más que un cuerpo
un suvenir más que una boda
un figurín más que un retrato oval de cementerio
Ahora que ya no pienso en vos como una señora que es parte del olvido
sino como se piensa en las heroínas de las películas
te veo como Ana Karenina
muriendo de poético suicidio en un andén
y no de un acevé en una clínica sojera
O te veo como la madre del Hombre Elefante
dando a luz a un niño-monstruo
para morir en el parto y dejarlo solo en las terminales
Ahora que ya no pienso en vos como mujer divorciada
sino como un impulso femenino que ha vuelto
a la eternidad de su silencio
te escribo estas palabras
Porque aunque pensé que te conocía yo no sabía nada de vos
Porque te toqué y no te sentí
Porque te escuché y no te oí porque te miré y no te vi
Por eso esta tarde
guiado por tu voz que se ha vuelto
como el grito de un pájaro bajo tu oscura tumba
he creído oír mi nombre de tus labios
Y me he acercado por primera vez
a tu llamado más hondo.


Entrevista a Iván Wielikosielek:

-¿Por qué son los padres un eterno misterio para nosotros, aún cuando creemos conocerlos por completo?

-Iván Wielikosielek: No sé si la palabra exacta sea “misterio”. Acaso debiéramos hablar de un fantástico desconocimiento de parte de los hijos hacia esas dos personas que, sin dudas, son las más cercanas de la especie. Y creo que por eso mismo, porque son tan cercanas desde el punto de vista biológico, los hijos damos por sentado que los padres no nos ocultan nada o no constituyen un abismo de ignorancia para nosotros. Sencillamente porque “sólo son esos seres” que viven en función nuestra. Hay un “relajado desinterés” en la inmensa mayoría de los hijos por conocer la esencia de sus padres. Pero un día se nos ocurre intentar saber “quiénes eran realmente” esas personas que nos concibieron. Y ahí sí, quizás lo más exacto sea decir, como lo sugerís en tu pregunta, que estamos ante un “misterio”.

-¿Qué tiene la muerte que nos hace dar cuenta del enigma absoluto que es el otro para nosotros?

-I.W.: Justamente que a partir de la muerte del otro es cuando empezamos a preguntarnos por “el ser” que se fue. Quién era, por qué nos tuvo, por qué nos dio o nos negó un montón de cosas; qué hemos significado en este paso por el mundo para él o para ella; de qué forma se relacionó con su padre o madre en tanto hijo; cuál era, amén de nosotros, la cosa más importante para él o para ella. Creo que las preguntas surgen en ese punto exacto porque con esa muerte también se va algo de nosotros. Tal vez sea ese motor de amor incomprensible el más grande que jamás se puso en funcionamiento para alimentar nuestra hambrienta maquinaria vital. Y tras la muerte (esa fabulosa conclusión sin retorno) caemos en la cuenta de nuestra imposibilidad por conocer realmente a ese que se fue y que, paradójicamente, una vez nos trajo al mundo. Pero ya no están para respondernos las preguntas que sólo ellos nos podrían haber respondido. 

-Al comenzar a leer el poema pensé que estaba dirigido a una mujer a quien el autor había amado, como una novia o algo así, sin embargo hacia el final tenía casi una certeza de que era dirigido a una madre, aunque eso no está especificado en ninguna parte. ¿Cómo es el discurso amoroso para con una madre a diferencia del que se dirige a la mujer amada, y qué hay en el poema que diga que está dirigido a la madre?

-I.W.: Es una muy buena pregunta y a la vez muy difícil de contestar, porque yo mismo no fui consciente de eso. Creo que una extraña diferencia es que todas las cartas a la amada son, en cierta manera, “cartas al futuro”; mientras que las cartas a la madre son siempre “cartas al pasado”. Y quizás sea ese detalle, el del tiempo y la evocación distante lo que haga que ese “Poema ante una tumba oscura” esté dirigido a la madre y no a otra mujer. Si el poema hubiera sido dirigido a la amada muerta, por  más que hablara del pasado (porque la muerte siempre es el pasado también) hubiera indagado sobre todo lo que podríamos haber hecho si no lo hubiera truncado la muerte. Sin embargo, por intuición primero y por decisión poética después, no quise que el poema estuviese “explícitamente” dirigido a mi madre. Primero porque no era “exactamente a ella” a quien le hablaba yo; es decir a esa “mujer divorciada” o a esa “chica de pueblo” que me dejó “fotos en blanco y negro”; sino al “ser” que estaba detrás de ella; al alma inasible detrás de esa configuración biológica, palpable y medible. Y las medidas son, entre otras, la fecha de su nacimiento y de su muerte, como al principio había titulado ese poema: “1942-2013”. Pero descarté ese título porque tampoco hacían referencia a “ella y su esencia” sino al lapso de vida de un cuerpo, la “casa material” que alojó a esa alma que, recién tras la muerte, yo intenté conocer.

-¿Qué le pasa a un hijo cuando piensa en su madre como mujer?

-I.W.: Le pasa que sencillamente ha dejado de ser “hijo”. No quiere decir que se haya roto el vínculo con su madre (acaso el más estrecho de toda la especie) sino que ya no puede posicionarse como “hijo” para verla sino como hombre. Es decir, como “semejante”. Cuando esto pasa, es una tristeza pero también una liberación. La tristeza es la de saberte ya sin útero al cual volver ante la crueldad del mundo. Pero a su vez, esa pérdida de refugio te pone en igualdad de condiciones con la intemperie que define la condición humana. Y ahí es donde empieza la liberación. Yo creo que de eso hablaba Jesús cuando decía que “para alcanzar el Reino de los Cielos es necesario que volver a nacer”. Se refería a que todo hombre debe saber atravesar esa intemperie sin perder el deseo de ser dado a luz donde no haya más dolor ni enfermedad ni vejez ni muerte. Es decir, al reino del espíritu. Cuando un hombre piensa en su madre como mujer, quiere decir que ya se liberó del primer útero. Ahora sólo le queda atravesar la tormenta y pedir, con toda su alma, por una nueva cuna espiritual y definitiva.

-El final del poema da piel de gallina. Lo primero que pensé al leerlo fue que ese "llamado más hondo" tenía que ver con el origen mismo de la vida del hijo, como si el llamado más hondo de la madre fuese ese convocarlo a la vida. ¿Cómo se hace para seguir viviendo cuando aquellas personas que nos llaman a la vida ya no están?

-I.W.: Precisamente, recordando que la voluntad de esas personas fue que estuviéramos acá, metidos en medio de la vida. Fueron ellos quienes nos convocaron a este “concilio en 3 D”. Fueron ellos quienes nos dieron la posibilidad de “venir” para que nuestras almas pasaran por la materia; para que nos probáramos y le probáramos al “Príncipe de este mundo” que él no tiene nada en nosotros, como dice Jesús al final del Evangelio de Juan. Y pasar esa prueba limpios de ambiciones materiales es lo mejor que podemos hacer por nuestros padres, que quizás nos están llamando desde otro lugar en un lenguaje que no alcanzamos a entender. Quizás quieran decirnos a cada segundo como el canto de un pájaro en una rama, que no nos demos por vencidos; que al final de este mundo volveremos a encontrarnos con ellos porque han dejado de ser “padres” y también han vuelto a nacer. Pero nunca dejaron de querer abrazarse con aquellos que ya no son sus hijos, como lo hicieron por última vez acá en la Tierra.
 

* Iván Wielikosielek es un poeta cordobés nacido en 1971. Entre sus libros de poemas se cuentan “Príncipe Vlad”, “Crímenes de la sed” y “Gatos de Nínive”; en narrativa “Los ojos de Sharon Tate”, el “Libro del Pozanjón y la ciudad de los muertos” y “Cuentos de vampiros y esquimales”. Nacido en Ballesteros, desde 2007 vive en Villa María, donde trabaja como periodista y bibliotecario.

Dejá tu comentario