CIENCIA

EN 10 AÑOS

La energía limpia y suficiente para todo el mundo es posible gracias a las "startups"

"Cambiar el mundo" suena imposible, pero hay quienes dicen que, en diez años, la fusión de atómos de hidrógeno podría generar energía limpia y suficiente para todo el mundo. Millonarios como Peter Thiel, Jeff Bezos y el fallecido Paul Allen invirtieron mucho dinero en empresas emergentes que trabajan en la fusión nuclear.

Una startup es una "empresa emergente", es decir, que busca emprender o montar un nuevo negocio a través de nuevas tecnologías e innovación. Este tipo de compañías requieren grandes inversiones con un alto riesgo, pero prometen generar las soluciones del futuro.

En el caso del uso y abuso de los recursos fósiles, las startup son clave, ya que podrían generar una energía limpia que no depende del viento ni del sol para funcionar y cuya materia prima es prácticamente inagotable.

Alrededor de 20 empresas emergentes que trabajan en países de Europa, Estados Unidos y Canadá están desarrollando la fusión energética, y las previsiones más optimistas hablan de un plazo de diez años hasta que se logre la sustitución de hidrocarburos por átomos de hidrógeno para abastecer de electricidad a las fábricas y ciudades.

La fusión de átomos genera energía que no es nueva y tiene sus inicios en la década de los '50, cuando el físico y disidente soviético Andréi Sájarov diseñó el Tokamak, una máquina donde el deuterio y el tritio (dos isótopos de hidrógeno) pueden alcanzar la temperatura necesaria para fusionarse creando átomos de helio y liberando, en la reacción, una gran cantidad de energía.

Hasta ahora, nadie logró que la fusión se realice durante el tiempo suficiente para asegurar que el proceso sea sostenido. La mayor de todas las empresas, el proyecto internacional y público ITER, promete conseguirlo pero no antes de 2035. Primero tiene que terminar la construcción de su gigantesco reactor en el sur de Francia y hacer las pruebas pertinentes. ITER es una especie de Naciones Unidas de la ciencia donde colaboran investigadores de Estados Unidos, Rusia, China, Japón, India, Corea del sur y Europa.

Sin embargo, las starups cuentan con mayor flexibilidad y por eso tendrían resultados más rápidos. Los grandes inversores detrás de estos proyectos son Jeff Bezos (Amazon), Peter Thiel (Paypal) y el fallecido Paul Allen (Microsoft).

Michel Binderbauer, director de TAE Technologies, lo explica: "Tener financiación privada te obliga a disciplinarte y a concentrarte en las metas y partes críticas de la misión". Su empresa se creó en California hace 20 años con el objetivo declarado de generar energía de forma comercial mediante la fusión. Funciona con un modelo de "dinero a cambio de objetivos": "Solo conseguimos financiación si cumplimos con los objetivos parciales prometidos a los inversores".

Paul Allen fue quien invirtió en TAE Technologies y, tanto esta como muchas de las starups avanzan sobre investigaciones públicas de los años 70 y 80 que entonces no eran practicables, como los imanes superconductores que permiten crear reactores de fusión mucho más pequeños que los del ITER: al tener mayor potencia y resistencia, hace falta menos material para comprimir el plasma de hidrógeno donde se produce la fusión.

El desarrollo de la impresión 3D también fue clave para fabricar componentes metálicos de alta complejidad. Las nuevas tecnologías, según Binderbauer, generan "mayor conciencia, capacidad y apoyo para la electricidad generada mediante fusión".

En TEA Technologies esperan validar los resultados de sus experimentos en 2019 para empezar con la construcción del primer reactor. El objetivo es comenzar a comercializar energía eléctrica al final de la próxima década. La startup canadiense General Fusion prevé un plazo similar. Según su director, Christofer Mowry, si todo sale bien para esa fecha ya podría estar listo su primer prototipo, generando electricidad a un precio capaz de competir con el de las centrales de carbón.

"Una de las ventajas de nuestro enfoque es que podemos hacerlo relativamente pequeño", dice Mowry. Su reactor mínimo será capaz de generar unos 100 megavatios. Juntando dos de ellos se obtiene el tamaño ideal para una pequeña ciudad. "Por supuesto que se pueden hacer mayores pero eso los haría menos flexibles y uno de los desafíos es usar esta tecnología para producir cantidades menores de energía".

La fusión es una gran solución por la gran abundancia de su materia prima (agua y litio), pero también tiene la ventaja de la seguridad. No tiene uso militar (lo que explica la extraordinaria colaboración internacional del ITER) y su riesgo es similar al de cualquier instalación industrial. Como dice Mowry, "es absolutamente imposible tener un accidente como los que ocurren con la energía nuclear tradicional (donde se separan átomos, en vez de fusionarlos)".

"Ahora mismo estamos en lo que yo llamo el momento Space X de la fusión", explica Mowry con un ejemplo. "Igual que ocurrió con Space X (de Elon Musk), Blue Origin (de Jeff Bezos) o Virgin Galactic (de Richard Branson)... Ninguna de esas empresas inventó la ingeniería aeroespacial, usaron todo el trabajo que habían desarrollado la NASA, la Agencia Europea Espacial, y después aplicaron tecnologías modernas para desarrollar versiones más baratas, rápidas y mejores de lo que se había hecho antes".

Aún falta avanzar en la forma de convertir en energía eléctrica el calor generado con la fusión de los isótopos de hidrógeno. La tradicional turbina impulsada por vapor de agua sigue siendo el principal método para generadores de grandes dimensiones.

"Sería mejor una transformación directa en energía eléctrica, como ocurre con la solar fotovoltaica; en un futuro, no sé si dentro de 100 o de 1.000 años, la fusión también podría ser así porque tiene la capacidad de generar electricidad directamente al producir partículas cargadas", explica Carlos Alejaldre, director del CIEMAT y ex directivo del proyecto ITER.

Según Alejaldre, no es el único motivo para ser optimistas. "En un proyecto europeo que se hizo en Inglaterra ya se consiguieron reacciones de fusión de una manera controlada durante periodos cortos; pocos segundos, pero ya se obtuvo un calentamiento equivalente a 16 megavatios; esa era la idea fundamental y ya se hizo".

El desarrollo de este tipo de energía, dentro de 10 o 20 años, sería un gran avance contra el cambio climático. "Es una pena que no la tengamos ya, cuando la podíamos haber tenido si de verdad hubiera habido un deseo político", dice Alejaldre.

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